PRIMER SET. Se conocieron hace años, pero los dos estaban en
pareja: ella empezaba su historia con Forlán, y él había terminado la
suya con Luisana Lopilato y salía con la modelo y actriz María del
Cerro, y después, con la actriz Mercedes
Oviedo. Nunca pensaron que... Hasta hace tres meses cuando, solos los
dos, volvieron a cruzarse en una reunión que organizó Florencia Salvioni
(top model de Pancho Dotto) en la casa de su novio, el también modelo
Francisco Grimaldi, hijo
de Arturo Grimaldi (presidente de la Asociación Argentina de Tenis).
“Esa noche fue como mágica. Ellos pegaron muy buena onda: no paraban de reírse. Hacía mucho que no veíamos a Zaira tan contenta”,
recuerda una amiga de ella, testigo del intercambio de miradas y
secretos entre ambos. Esa madrugada, y antes de despedirse, Pico no
perdió el tiempo: le pidió los datos de pin de su Blackberry y no tardó
en mandarle sugestivos mensajes. Pero Zaira, todavía herida por el
affaire
Forlán, andaba con pies de plomo.
“Me costaba relajarme y confesar que empezaba a sentir algo por Pico”, les dijo a sus amigas.
Corrían los últimos días de agosto. Salvioni y Grimaldi seguían actuando
como celestinos, alentándola para que saliera con Pico e intentara una
nueva etapa.
“Es un chico tranquilo y puro, que todavía no perdió los códigos de su crianza en Tandil”, le decían. Pero Zaira estaba en pleno borrón y cuenta nueva, tratando de olvidar su trauma de novia desairada.
Por entonces se mudó a un departamento en Las Cañitas y compró de todo:
¡hasta una heladera color rosa! ¿Sola? No del todo, porque en el mismo
edificio (¡ah, el destino y sus simetrías!) vive, justamente, su amiga
Florencia... Que, con ayuda de
Paula Chaves, la consoló en los momentos de gran bajón:
“Zai, aflojá, relajate. Andá al cine, no seas tan medida, y... ¡andá a comer con ese chico!”.
Pero
ella seguía bloqueada. Para colmo se le murió Morena, su caniche negro,
que se le escapó a Florencia cuando la paseaba mientras Zaira estaba en
un desfile de modas, y terminó arrollada por un auto. Pico se enteró y
redobló sus mensajes. Recién
entonces sintió el clic de una nueva oportunidad.
Reemplazó a Morena con Chinita, otra caniche, pero toy y blanca, y con
su metro setenta y dos, sus 90-58-90, su pelo lacio y castaño y sus
irresistibles ojos verdes, se concedió otra chance. ¿El elegido? Pico,
el tandilense, un metro ochenta y cinco, pelo
castaño y enrulado, 26 del ranking mundial de tenis, y ya entrenado en
mensajearla vía Blackberry.
SEGUNDO SET. Los primeros encuentros fueron en el departamento de
él. Después, en el de Zaira. Más tarde, en el de Florencia, la
celestina. Tanto fue
el cántaro a la fuente... que aprendió el camino. Hasta ese momento,
todo en secreto. Y con una nueva Zaira decidida a no sufrir (¡nunca
más!) por amor, no descuidar su carrera, no renunciar a la libertad de
decidir por sí misma, sin presiones ni influencias.
Según les dijo a sus amigas,
“quiero un novio más presente y más
cercano, alguien que no viva en otro país (el síndrome Forlán) y que
entienda que soy una mujer independiente”.
El mes pasado los dos viajaron a Tandil, la patria chica de Pico, donde
él empezó a jugar a los seis años. Zaira conoció a Cristina y Héctor,
los padres
de Mónaco, y a sus dos hermanos, Juan y Rigoberto. La relación era un
hecho. Pero ella no quería notas, chimentos, ni
“un debate nacional sobre si esperé poco o mucho para volver a enamorarme”.
Puesta a punto: se ven todos los días; comparten salidas con amigos
(cenas y cine: la pantalla grande los apasiona; Pico la hizo ver
Gladiador y la trilogía de
El Señor de los Anillos, dos de sus fanatismos); una noche, Zaira le cocinó unas riquísimas pastas y puso en su DVD
Esperando la carroza, su favorita.
“Los chicos están muy bien y nosotros nos sentimos muy felices, porque los dos son buena gente”,
reveló una amiga de Zaira antes de que Pico partiera para jugar dos
torneos en Europa (con excelente suerte: en Valencia llegó a la final, y
en París, recién detuvo su marcha en cuartos de final ante el monstruo
sagrado Roger Federer), mientras ella ensayaba los ritmos del
Bailando...
(también con suerte esquiva: no aprobó su examen en el Aquadance). Tal
vez, y a la luz del romance, no les haya importado demasiado.
TERCER SET. Los tiempos se aceleraron. Hoy, a pesar de la tiranía
de sus agendas, son inseparables. El domingo, ella viajó a la
entrerriana Paraná con Mariano Iúdica para conducir un acto solidario, y
el lunes, Pico empezó a entrenarse para la Madre de todas las Batallas:
la Copa Davis, que tal vez este año llegue a las vitrinas del tenis
nativo. Ella estaba en plena producción de fotos. La separación no será
demasiado larga ni arrancará lágrimas: a fin de noviembre, Zaira pondrá
proa a Catania, en el sur itálico, para ver a sus sobrinos y celebrar,
el 10 de diciembre,
el cumpleaños de su hermana Wanda. Todo hace suponer que antes de ese
día, más precisamente, entre el 2 y el 4 de diciembre, cuando él juegue
contra España en la final de la Copa Davis junto a Del Potro y
Nalbandian, ella será su fan número uno en la platea. Volverán a Buenos
Aires para pasar las Fiestas, y luego... ¡vacaciones en Punta del Este
con Pico! Aunque no estrictamente por placer: él hace allí, desde
siempre, su entrenamiento de pretemporada. Y recibirá una sorpresa: para
entonces, es posible que Zaira tenga ya su carnet de timonel, y lo lleve
a navegar en el WaZa, el yate negro satinado de más de diez metros de
eslora
que construyó su padre.
A cinco meses de su separación de Forlán, dice:
“El próximo hombre
que elija será mi marido, porque sigo creyendo en vivir enamorada para
siempre. Sabré que llegó el indicado cuando ya no me importe nada más en
el mundo que hacerlo feliz”.
Es un poco cuello toro esta chica, no?
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